El Tango en la Historia Política de la Argentina (Anécdotas y recuerdos)

Conferencia de Marcelo Martin. 

Alberto Barceló
El mes de Junio es un mes muy especial. Se cumplirán este mes 74 años del trágico accidente en Medellín que le costó la vida a Carlos Gardel, y también un nuevo aniversario del nacimiento de Juan Nicolás Ruggiero, más conocido como “Ruggierito”. También cumplo yo un aniversario más de mi incorporación a este Club. 
Hace 23 años pronuncié en esta misma tribuna una evocación a Carlos Gardel. El presidente era Pedro Tommasino, y el secretario Eduardo Travella. Lamentablemente ninguno de ellos está ya entre nosotros, y siento hondamente sus ausencias.
Juan Álvarez escribió en 1908 “Orígenes de la música argentina”, y allí mencionaba que “el tango encuentra derivación de las músicas africanas, así como también las zambas, milongas y habaneras”, pero que “el tango resultó ser la música más furiosamente criolla que por el momento se conoce”. Por su parte nuestro consocio Alberto Natale agrega que “el tango reconoce estar emparentado con los ritmos de los tamboriles que esclavos y libertos del Río de la Plata hacían oír con onomatopéyicos sonidos” que “se escuchaban por los barrios bajos de Buenos Aires y de Montevideo, alrededor de 1860”, cuya música “se combinó enseguida con el baile de un compadrito tan diestro con los pies como con el cuchillo, portando a una mujer liviana, que no significa ligera, si bien pudiera serlo, ante la admiración de los contertulios”. Mucho más tarde el ritmo del tango supo entremezclarse con la música clásica, hasta culminar en la danza de la cual esta noche se ofrecerá en Rosario un espectáculo de muy alto nivel.
En su época de cantante de temas folcklóricos, Carlos Gardel interpretó “El sol del 25” (gato de Domingo Lombardi) y “A Mitre” (vals de Belisario Roldán). Posteriormente, ya dedicado al tango, cantó “Milonga del 900” de Homero Manzi en uno de cuyos versos afirma : “Soy del partido de todos/ y con todos me la entiendo/ pero váyanlo sabiendo/ ¡soy hombre de Leandro Alem!…”.  La Revolución del Parque, el 26 de julio de 1890, constituye el primer caso del siglo XX en nuestro país en el cual un presidente constitucional, Miguel Juárez Celman, se ve forzado a renunciar al cargo por una revolución. El hecho es referido en los tangos “Al Parque” (de J.V. Pini), “El Parque” (de Pedro Datta) y en la marcha “El Parque” (de Alpidio B. Fernández).  En homenaje a la Unión Cívica y a la Unión Cívica Radical, fueron compuestos los tangos “Unión Cívica” (de Domingo Santa Cruz), “Unión Cívica” (de Pedro Sofia), “El radical” (de Angélica Martegani), “El radical” (de Luciano Ríos), “U.C.R.” (de Adolfo Pérez) y “Boina blanca” (de Raimundo Chartier). Rafael Rossi fue el autor de “Don Leandro” en homenaje al caudillo de Balvanera. Udelino Toranzo compuso “Cantilo-Solanet” dedicado a José Luis Cantilo y Emilio Solanet, que fueran gobernador y vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires. Ese Emilio Solanet, era el abuelo del disertante de nuestra última reunión, el Ing. Manuel Solanet. Enrique Maroni compuso el tango “Hipólito Yrigoyen” y Alfredo Eusebio Gobbi dedicó al caudillo radical “Otra vez el viejo”, en el que también se nombra a Leandro N. Alem. El poeta Bartolomé Antonio Aprile dedicó el vals-canción “Mi Tala” a Juan Nicolás Ruggiero, el famoso “Ruggierito”.  A Alfredo Lorenzo Palacios fueron dedicados los tangos “Espiante que viene Palacios” (de Silvio Di Pascual), “El socialista argentino” (de Luis Loiello), “El socialista” (de Juan Mallada), y “El diputado” (de Armando Maristany). Antonio Lagomarsino dedicó el tango “El socialista” al senador Enrique del Valle Iberlucea, el primer Senador socialista de América.  Manuel Solano y Juan Augusto fueron los autores de “Don Lisandro” y Ernesto Zambonini de “El Demócrata Progresista”, dedicados a Lisandro de la Torre. Carlos Gardel amenizó asiduamente las reuniones de los comités de Alberto Barceló, caudillo conservador e intendente de Avellaneda, y se ganó la inquina de los radicales yrigoyenistas cuando interpretó el tango “¡Viva la patria!” de Francisco García Jiménez (radical antipersonalista), en el que se hace la apología a la sedición del 6 de septiembre de 1930.  En mayo de 1927 el Parlamento de la Provincia de Buenos Aires aprobó, con el voto de las bancadas radical y socialista, una ley prohibiendo toda forma de juego en la Provincia. Esta prohibición abarcaba desde las carreras de caballos hasta la lotería y la ruleta, y rescindía las concesiones de los casinos principalmente en Mar del Plata y en Tigre. Con la prohibición del juego legal se inició en la Provincia de Buenos Aires la etapa del florecimiento del juego clandestino.  La vida de Gardel, estudiada hasta el detalle, esconde, no obstante, algunos aspectos importantes. Dentro del fárrago de artículos escritos hay algunos capítulos en blanco, hay silencios sobre cuestiones que muchas veces son cruciales en la vida de un hombre. Y quizás, de esos silencios, el más estridente sea el vinculado a la política. O para decirlo en otros términos: lo que se tiene oculto es la filiación política del cantante. La respuesta a este silencio es que el "Zorzal Criollo" estuvo siempre vinculado a la política, y según escribe Miguel Eduardo Garriga era afiliado al Partido Conservador de la Provincia de Buenos Aires. Además, estaba estrechamente relacionado con gravitantes políticos de la época como Alberto Barceló, Pedro Cernadas y otros. De Barceló, aunque se conoce poco de su obra, se habla mucho y mal. Y los que realmente la conocen, como escribió Sofanor Novillo Corvalán, la silencian, porque es considerado políticamente incorrecto hablar bien de la gestión eficiente y progresista que puede haber realizado un gobernante conservador, en cuyo transcurso se inauguró el primer hospital de Avellaneda, el Hospital Fiorito, así como obras de pavimentación, electricidad, obras sanitarias, bromatología, transportes y radicación de fábricas que convirtieron a Avellaneda en un gran polo industrial, el más importante del país en aquella época. Bien cabría aquí la fina ironía de Juan Álvarez cuando escribió que “la gloria y el renombre -en las personas como en los licores- con frecuencia estriban tan solo en una propaganda sistemática”. Helvio Botana, en sus “Memorias” escribe sobre Barceló que “En su intendencia, fuese quien fuese el que la ejerciere, jamás hubo un empleado de más. Jamás un gasto innecesario”. A fines de 1922 el gobernador radical de la Provincia de Buenos Aires, José Luis Cantilo se debatía en un intento de ordenar las comprometidas finanzas provinciales, para lo cual requería la aprobación parlamentaria con dos tercios de sus integrantes. La oposición ejercía una táctica obstruccionista para desgastar al gobierno provincial radical. Un ala del Partido Conservador liderada por Alberto Barceló, privilegiando el orden provincial y la gobernabilidad por sobre los intereses partidarios, dio su apoyo en ambas Cámaras a la propuesta de Cantilo, que resultó así aprobada. Un par de meses más tarde, en enero de 1923, la Junta de Gobierno del Partido Conservador expulsó a los cinco diputados y dos senadores que habían votado a favor del proyecto de Cantilo. Inmediatamente Barceló hizo causa común con los expulsados, renunció a su banca de Diputado Nacional y al Partido Conservador, y creó un nuevo partido, el Partido Provincial de Buenos Aires, que participó ya en las elecciones provinciales de fines de marzo de ese mismo año, obteniendo en la tercera sección electoral el doble de votos que el Partido Conservador. A Don Alberto Barceló, Ernesto Ponzio le dedicó el tango “Avellaneda”, y José Pécora le dedicó el tango “Don Alberto”; también Juan Velich le dedicó un tango que tituló “Don Alberto”, Castello y Stinson la marcha “Barceló”, y Pablo Laise el tango “Barceló”. En la fiesta del casamiento de la única hija de Barceló, mi madre, la orquesta fue la de Francisco Canaro y el cantor fue Ernesto Famá. La ceremonia religiosa se había oficiado en el antiguo templo parroquial, donde algunos años después yo fui bautizado, y que más tarde fue demolido para levantar allí la moderna Catedral.  Barrio de hombres valientes y de amigos fieles, Barrio de mujeres lindas y leales, Barrio de tangos inolvidables. Así era Barracas al Sur, que hoy se llama Avellaneda. Gardel fue testigo del rápido progreso y de la acelerada urbanización e industrialización de esa zona. El compromiso del cantante con el durante 22 años intendente de Avellaneda, Alberto Barceló, era muy fuerte. Amenizaba los actos partidarios con gran éxito. Eran tiempos en que la política partidaria penetraba en la vida cotidiana de los ciudadanos. Tiempos en que en Buenos Aires se era conservador o radical. Boina colorada los primeros, boina blanca los segundos. Recién comenzaba a aparecer el Partido Socialista, en el cual surgían dirigentes de la talla de Nicolás Repetto y Alfredo Palacios. Dada su popularidad, Gardel pudo haberse mantenido neutral, pero nunca lo hizo. La adhesión de Gardel al Partido Conservador no fue producto del oportunismo. Si eso hubiera ocurrido habría usado boina blanca. Hubiera cantado en los comités radicales. Se hubiera relacionado con Julio Valea, el "Gallego Julio", símbolo radical de la patota bonaerense, enfrentado duramente con el legendario "Ruggierito", que era el presidente del comité de la calle Pavón, del que era asiduo concurrente el rosarino Agustín Magaldi. En resumen, Gardel hubiera podido hacer lo que hoy muchos hacen para quedar bien con el poder de turno. Porque dos tercios de su carrera musical como cantor y compositor, Gardel la hizo bajo la égida del régimen radical. En 1917, un año después de comenzar el primer mandato de Yrigoyen, grababa con el sello Odeón, "Mi noche triste" de Pascual Contursi, y el primer tango, pero ya con música de su autoría, "Margot", es de 1919. Durante la gestión radical de Marcelo T. de Alvear en 1923 grabó, también con música compuesta por él, el inolvidable "Mano a mano". Estos son algunos ejemplos tomados al azar, pues, y cito textualmente, “Desde 1918 hasta 1931 los radicales ganaron todas las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, tanto provinciales como nacionales, por cómodos márgenes” (Richard J. Walter, The Province of Buenos Aires, Cambridge University Press, 1985). Es decir que entre el 12 de octubre de 1916 y el 6 de septiembre de 1930, durante toda la etapa de gobiernos radicales, Gardel grabó la mayor parte de los tangos y canciones que, si  Carlos Gardel era un enconado adversario del partido radical. Por eso celebró la revolución de setiembre de 1930 con un tango que grabó para la ocasión. Es que se debe advertir que las cuestiones sociales y políticas no estuvieron nunca muy alejadas del tango. Los propios partidos, sus símbolos, y algunos conspicuos dirigentes fueron títulos y temas de tango, y así encontramos por ejemplo : "Unión Cívica" con letra de Juan D’Estefano, y “Juventud Conservadora” tango de Nicolás Deleo (1916). Después vino "La descamisada" de Enrique Maroni. Una estudiosa del tema, Nora Sessa de Kramer , agrega que : "Homero Manzi siempre dio su testimonio político, y fue así que, con la música de la milonga ‘Betinotti’, de su autoría, escribió también la letra de otras dos milongas, una dedicada a Eva Perón y la otra para Juan Perón, que fueron cantadas por Hugo del Carril". Dentro de este contexto no es difícil entender por qué Carlos Gardel grabó y cantó el tango “Viva la Patria” que Francisco García Giménez y Anselmo Aieta compusieran para celebrar el derrocamiento de Yrigoyen.  Se debe aclarar que el autor de la letra, García Giménez, no era precisamente un desconocido en el mundo de la música popular. Fue autor de numerosos y memorables tangos, entre ellos "Que siga el corso" de 1926, aquel cuya letra dice: "... te quiero conocer, saber adónde vas, alegre mascarita que me gritas al pasar...", y la música es de Anselmo Aieta, talentoso compositor de numerosos tangos. Estamos entonces ante un tango, "Viva la Patria", escrito y cantado por hombres que tenían una clara idea de lo que celebraban. Y así lo plantea Juan José Sebreli en su reciente libro “Comediantes y Mártires” en el cual califica a Gardel como golpista. La revolución de 1930 se produjo el 6 de septiembre. La Provincia de Mendoza se encontraba intervenida por el gobierno yrigoyenista desde 1928, y se había convocado a elecciones para elegir nuevas autoridades el día 7 de septiembre. Las elecciones no pudieron realizarse con motivo de la revolución encabezada por el General Uriburu que derrocó a Yrigoyen un día antes de la fecha fijada para las elecciones. El jefe militar de la región, que había asumido el gobierno local, dispuso que todas las urnas se concentraran en la Legislatura. Menuda sorpresa se llevó cuando fueron abiertas: casi todas contenían el número de votos que, según el acta que las acompañaba, habrían sido emitidos por los electores, aunque nadie había votado en la Provincia. También se encontraron bolsas con Libretas de Enrolamiento requisadas con anterioridad. Así lo relata el Dr. Eduardo Augusto García, en su libro “Yo fui testigo”, (Editorial Luis Lasserre, 1971, pag. 162), citando las ediciones del diario “La Nación” en las que se publicó el caso. Era lo que se dio en llamar el “fraude moralizador”, por oposición a lo que se acusó de “fraude patriótico”, como lo cita Roberto Azaretto. El interventor designado por el gobierno de Uriburu en la Provincia de Buenos Aires fue el Dr. Carlos Meyer Pellegrini, que había sido Ministro de Obras Públicas durante el gobierno de Sáenz Peña, y sobrino del ex-presidente de origen suizo Carlos Pellegrini. A fines de 1930, el Partido Conservador procuró organizarse como un partido único de proyección nacional, aglutinando a todos los partidos de ideología afín en las provincias. Bajo la conducción de Rodolfo Moreno se concretó la reconciliación con Alberto Barceló, y el Partido Provincial se reincorporó al Partido Conservador. En Agosto de 1931 se concretó en Córdoba la unificación del conservadorismo nacional bajo el nombre de Partido Demócrata Nacional. En el libro “The Province of Buenos Aires”, editado en Londres, 1985, Richard J. Walter menciona que el dirigente radical Arturo Jauretche cuenta sobre la campaña electoral de abril de 1931 en la Provincia de Buenos Aires: “Recuerdo algo que hicimos, más como broma, pero que resultó muy efectivo. En aquel tiempo el gobierno de Uriburu aumentó el precio de las estampillas postales de cinco a diez centavos, y las cartas sin estampilla costaban cincuenta centavos que tenía que pagar el destinatario para que se la entregaran, un monto importante dada la pobreza que se vivía en el país. Entonces, y por iniciativa mía, pedimos a los jefes de campaña la mayor cantidad posible de direcciones de pequeños chacareros del distrito. Reunimos entre treinta y cincuenta mil direcciones, y les mandamos a todos un sobre sin franqueo conteniendo un volante que decía: “Vote al Partido Conservador”. Los chacareros aceptaban la carta, porque generalmente recibían muy poca correspondencia y no querían perderla, así que pagaban con disgusto los cincuenta centavos y cuando abrían la carta encontraban el volante diciendo ‘Vote al Partido Conservador’…” A esta altura, es innecesario aclarar que Gardel no fue un adversario más de Hipólito Yrigoyen, porque éste al igual que aquel, fueron dos grandes en el sentimiento popular. Gardel versus Yrigoyen. Aunque en planos distintos, ambos fueron genuinos ídolos del pueblo, y además en lo personal Gardel simpatizaba con Yrigoyen, y también fue amigo de socialistas como Palacios y Mario Bravo; por eso, quizás resulte curioso y altamente simbólico lo que nos recuerda Ramiro de Casasbellas, en el diario "La Opinión" del martes 24 de junio de 1975 : "que la multitud que acompañó el cadáver de Gardel el 6 de julio de 1936 hasta el cementerio de la Chacarita, fue muy superior a la que en 1933 despidió a Yrigoyen." Justo es también reconocer que la muerte de Gardel se produjo en el cénit de su popularidad, en tanto la de Yrigoyen se produjo ya en su ocaso. Es necesario comprender que en la época a la cual me estoy refiriendo la vida era una moneda de cambio reconocida y aceptada por todos. Las ofensas se dirimían en los duelos. Por eso una muerte no era considerada un delito especialmente grave, como sí lo era un asalto, o un robo. Vale la pena citar al respecto la anécdota relatada en el “Primer Diccionario Gardeliano” que menciona la entrevista de Jorge Luis Borges con el eximio violinista tanguero y compositor Ernesto Ponzio, cuando el escritor reunía materiales para su libro “Evaristo Carriego”, en el transcurso de la cual Borges preguntó : “Es cierto, señor Ponzio que usted estuvo preso varias veces?”, a lo que Ponzio respondió : ”Sí, don Borges, ¡pero siempre por homicidio!”.  Retrotrayéndonos en el tiempo, podemos mencionar que en la madrugada del sábado 11 de diciembre de 1915 Gardel fue baleado a la entrada del Palais de Glace. Testigo del hecho fue su gran amigo Elías Alippi. Gardel fue atendido en el hospital Ramos Mejía, y el proyectil quedó alojado en su pecho por el resto de su vida, y se lo encontró en oportunidad de la autopsia realizada tras la tragedia de Medellín, dando lugar a varias versiones sin sustento alguno. Nunca se supo a ciencia cierta el motivo del atentado en el Palais de Glace, y se cuentan muchas leyendas al respecto. Sobre el innecesariamente tan meneado tema de la nacionalidad de Gardel, les recuerdo que en la reunión de nuestro Club de fecha 14 de Octubre de 1998 entregué a nuestro experto en tango Ramón Piferrer, que tampoco está ya entre nosotros, fotocopia de la documentación completa probatoria de su nacimiento en Toulouse (Francia), desde su partida de nacimiento hasta su testamento ológrafo. Tanto la justicia argentina como la uruguaya determinaron su nacionalidad argentina en los juicios sucesorios de Gardel resueltos en Buenos Aires y en Montevideo.  Por mayores detalles me remito a la minuciosa investigación de Enrique Espina Rawson, compilada en el libro de su autoría “Disparen sobre Gardel” editado por el Centro de Estudios Gardelianos de la República Argentina. El reconocido Arq. Mario Roberto Álvarez, que en los últimos tiempos ejecutó importantes obras en la Ciudad de Rosario, cuenta en el libro sobre sus primeras obras en Avellaneda, que hacia 1939 su pariente Carlos Alberto Fontán le presentó a Alberto Barceló. Álvarez tenía 26 años y Barceló 66. Las abuelas maternas de Álvarez y de Fontán eran primas hermanas, y la madre de Fontán era hermana de la esposa de Barceló. Así fue que después de esa entrevista, y habiendo apreciado la capacidad del Arq. Álvarez, Barceló lo designó como arquitecto en la Municipalidad de Avellaneda, cargo en el cual permaneció durante nueve años, a lo largo de los cuales ejecutó numerosas obras públicas y privadas. Entre las primeras podemos citar el Jardín de Infantes ubicado en la plaza Marcelino Ugarte, y el Asilo de Ancianos; y entre las privadas cabe mencionar la vivienda y escribanía de don Aníbal Pienovi. Francisco Pienovi era un dirigente conservador muy allegado a Barceló, fue durante seis períodos concejal, y Avellaneda le rinde homenaje con una avenida que lleva su nombre en Piñeiro. Nuestras familias siguieron muy unidas, y hoy tengo la gran alegría que sus descendientes hayan aceptado mi invitación para acompañarme en esta charla. El Arq. Mario Roberto Álvarez fue el encargado de la construcción de la bóveda donde descansan los restos de Barceló, en el cementerio de Avellaneda, que es la única obra de estilo histórico en su dilatada trayectoria. En este caso, la obra es de estilo románico. Sobre Alberto Barceló dice Norberto Folino : “Barceló no es hombre de fortuna, ni orador ni escritor; menos un ideólogo; tampoco un profesional de éxito. Es El Caudillo. Un caudillo con una geografía deslumbrante : la ciudad de la industria”. Y dice Mario Amadeo en su libro ‘Ayer, hoy mañana ’ (Editorial Gure, 1956, pág. 95) : “será siempre un misterio para el europeo de un país industrial el hecho de que la mayor aglomeración obrera de la República -la de Avellaneda- fuera el único lugar donde un caudillo conservador triunfó sin fraude hasta la hora de su muerte”. También el destacado dirigente socialista Adolfo Dickman, que quiso impugnar el diploma de diputado nacional de Barceló, se refirió a él diciendo: “en Avellaneda domina una dinastía inconmovible, que tiene sobre el pueblo un poder de sugestión, de atracción inexplicable, porque los señores Barceló jamás han hablado, jamás han dicho una palabra, parecen ser mudos… pero no obstante, la mayoría del pueblo de Avellaneda está con ellos, caso único en la democracia del mundo”. Otro político socialista, Mario Bravo, citado por Pignatelli, describió a Barceló diciendo: “Este joven tiene futuro. Tiene mucho de lo que a otros les falta, y tiene poco de lo que a otros les sobra”.  Barceló aseguraba la legitimidad de su poder en el triunfo de las elecciones locales desde 1909 renovando permanentemente su cargo a Intendente Municipal, en cuyo desempeño se caracterizó por la gran cantidad de obras públicas concretadas durante su gestión. Durante su gobierno se realizó el concurso y se erigió el monumento a Nicolás Avellaneda, obra de la escultora Lola Mora.  Una ordenanza del año 1909 había dispuesto que los burdeles se debían establecer en la calle Saavedra, sobre ambas veredas, entre las calles Montes de Oca y Lavalle, tener las ventanas y celosías siempre cerradas, aunque “las piezas debían estar convenientemente ventiladas, tener una altura de 3,50 metros y una capacidad de aire de 30 metros cúbicos”. Helvio Botana escribe en sus “Memorias”, y también lo relata Pignatelli, que cuando Barceló prohibió la prostitución en Avellaneda, el 26 de diciembre de 1916 hizo cambiar el nombre de la calle Mariano Saavedra, epicentro prostibulario de la ciudad, por el de Florentino Ameghino, tal como sucediera en Rosario con la emblemática calle Pichincha, rebautizada como Ricchieri, aunque hoy Rosario reinvindica su pasado prostibulario y restituyó a un tramo de la calle Ricchieri su antiguo nombre de Pichincha. Hasta 1930, año en que es derrocado Yrigoyen por el primer golpe militar antidemocrático exitoso de nuestra historia, crece la influencia electoral de Barceló. Fue a raíz de ese golpe contra el gobierno yrigoyenista que el gobernador radical Nereo Crovetto buscó asilo en la casa del caudillo conservador Barceló, tal como lo cuenta Ramón Columba en su libro “El Congreso que yo he visto”, y también Folino, y la tradición oral en mi familia. ¿Y por qué en la casa de Barceló? Porque en aquella época la política se hacía entre caballeros, y se respetaban los códigos, existía el honor. No podía pensarse en un refugio más seguro para el gobernador radical que el de la casa del dirigente conservador. Tuve la oportunidad de conocer a una nieta de Crovetto, que me contó que en su familia todavía se recordaba ese gesto. En 1932 Barceló vuelve al Congreso de la Nación como Presidente del Partido Demócrata Nacional en la Provincia de Buenos Aires y prepara su objetivo de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. En 1933 para las elecciones de gobernador apoya en las internas la candidatura de Antonio Santamarina, pero resultó gobernador Federico Martínez de Hoz. En 1936 Manuel Fresco será Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. En 1940, tras imponerse en las internas partidarias a Antonio Santamarina, Barceló se presenta encabezando la fórmula Barceló-Míguez y gana las elecciones, que son acusadas de fraudulentas. Barceló propuso que se llevaran a cabo nuevamente las elecciones, pero el Presidente Ortiz, del Partido Conservador, a instancias de su Ministro de Hacienda, Pedro Groppo, y sabiendo que una nueva elección arrojaría el mismo resultado, optó por disponer la intervención de la Provincia el 7 de Marzo de 1940, y designó como Interventor a Octavio Amadeo. En desacuerdo con esta medida el gobernador saliente, Manuel Fresco, renunció al Partido Conservador. También en desacuerdo con la intervención renunciaron a sus cargos los Ministros de Agricultura y de Obras Públicas de la Nación. Richard J. Walter, en el citado libro editado en Londres por la Cambridge University Press, menciona que en Avellaneda las elecciones siempre fueron limpias a lo largo de toda la denominada “década infame”. En 1941 se convoca nuevamente a elecciones para Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y vuelve a triunfar el Partido Conservador, cuya fórmula encabezaba Rodolfo Moreno acompañado por Edgardo Míguez, y llevando a Alberto Barceló como candidato a Senador Nacional, en reemplazo de Matías Sánchez Sorondo. La carrera de Barceló termina definitivamente siendo Senador Nacional en 1943, al clausurarse el Congreso con el golpe de estado del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) que derroca al Presidente Castillo, dando inicio a la acelerada carrera política del Coronel Juan Perón. El año 1933 fue un año muy agitado. Federico García Lorca visitó la Argentina. La delincuencia convulsionaba al país. Se produjo el secuestro y posterior asesinato de Abel Ayerza, y en Rosario el secuestro de Marcelo Martin, que fue socio de nuestro Club y primer presidente de la Fundación Rotaria de Rosario, que hoy tan dignamente preside nuestro castrense consocio Gustavo Pugliese. El secuestro fue ejecutado por la organización que encabezaba el siciliano Juan Galiffi, más conocido como “Chicho Grande”, a cuya hija Agatha Galiffi conocí yo personalmente muchos años después en Mar del Sur. Ese mismo año de 1933 el socialista Federico Pinedo asumió el Ministerio de Hacienda y estableció como gravamen provisorio el Impuesto a los Réditos.  El 21 de octubre de ese año de 1933 en un confuso episodio fue asesinado Ruggierito. El diputado provincial González cubrió el féretro con una bandera argentina ceñida por un crespón negro. Se ofició un responso en la iglesia parroquial, hoy catedral, y luego el cortejo se dirigió al cementerio de Avellaneda, destacándose en las carrozas la corona de flores enviada por el gobernador bonaerense Federico Martínez de Hoz. El poeta Bartolomé Aprile le dedicó unos versos mencionándolo como … “¡Puma heroico! ¡Águila grande! “al que un plomo traicionero “lo mató, y desd’ese día “ostenta la viola mía “un luto en el clavijero”. Alberto Barceló falleció en la casa de su hija el 13 de noviembre de 1946. Soy testigo presencial de ese momento. Su casa de la calle Lavalle, en Avellaneda, donde yo pasé mi primera infancia, había sido expropiada por el gobierno peronista para habilitar allí una escuela de artes y oficios, hoy Escuela Técnica, que lleva el nombre de “Ángel Gallardo”. Ya había vendido la quinta que tenía en Monte Grande, que se llamaba “La María Elena”. Barceló no dejó herencia alguna; los costos de la actividad política, las garantías firmadas de favor, y las deudas, insumieron todos sus bienes; aún más, su yerno (mi padre) asumió de su peculio el pago de las cuentas que no llegaron a ser cubiertas con el resultado de su sucesión, para que nadie pudiera decir que una cuenta de Barceló hubiera quedado impaga, como lo menciona Helvio Botana en sus “Memorias” (A. Peña Lillo Editores., 1977, pág. 134), y además me consta por haberlo vivido. Los restos de Barceló fueron sepultados en la bóveda del cementerio de Avellaneda construída por el Arq. Mario Roberto Alvarez, donde aún descansan junto a los de su esposa (mi abuela), su hija (mi madre) y su yerno (mi padre). Una semana después de la muerte de Barceló se realizó una gran concentración peronista en la Plaza de Mayo. Por la Avenida Mitre de Avellaneda avanzaban las columnas de trabajadores rumbo al acto, entonando estribillos partidarios. Poco antes de llegar a la calle Lavalle, donde estaba la casa de Barceló, los cánticos se fueron acallando. Al llegar a la esquina de la calle Lavalle los vítores eran “¡Barceló! ¡Barceló!”, y una cuadra más adelante se volvieron a escuchar los estribillos peronistas. El pueblo era el mismo, los dirigentes habían cambiado. Se había producido el giro de una bisagra en la política argentina : desaparecía de la escena un importantísimo protagonista : el Partido Conservador, y surgía con toda su fuerza un nuevo importantísimo protagonista: el Partido Justicialista. Homero Manzi, que compuso la “Milonga del 900” citada al principio de esta charla, militó en el Partido Radical y, opuesto a la conducción de Marcelo T. de Alvear, fue uno de los fundadores del grupo FORJA, que adhirió posteriormente al peronismo. Además de la citada “Milonga del 900”, compuso las milongas “Versos de un payador al General Juan Perón” y “Versos de un payador a la Señora Eva Perón”, las que llevan música de Hugo del Carril. Nelly Omar, que hace apenas pocos días presentó su espectáculo en Rosario, cantó la marcha “Es el pueblo” y las milongas “La descamisada” y “Evita Capitana”, esta última compuesta por Rodolfo Sciamarella. Por sus militancias en el Partido Comunista, Fulvio Salamanca y Osvaldo Pugliese padecieron cárceles tanto durante el gobierno peronista como a partir de la Revolución Libertadora. Pugliese fue, quizás, el mejor intérprete de los tangos de Julio De Caro a quien, no obstante, consideraba políticamente un reaccionario. Julio De Caro amenizó con su orquesta lo que se dio en llamar “el cabaret alvearista” por ser Don Marcelo Torcuato de Alvear un concurrente habitual. Hugo del Carril no obtuvo beneficios personales por su adhesión al peronismo sino que ayudó a sus colegas en la mala, como fue el caso de Rafael Buono al que consiguió liberarlo de su condena, así como a Alfredo Varela, preso por comunista, autor de “El río oscuro”, libro en el que se basó la película “Las aguas bajan turbias”, y en el que se relata una graciosa anécdota sobre el origen de una conocida marca de yerba mate. Hugo Del Carril cayó en desgracia por su enemistad con Luis César Amadori y con Raúl Apold, secretario de Prensa y Difusión quien, para vengarse, lo sustituyó por Héctor Mauré en la difusión de la marcha “Los muchachos peronistas”. La semana pasada este tema cobró de nuevo una inesperada actualidad en los medios de difusión. La militancia de Hugo Del Carril fue castigada con la cárcel por la revolución del 16 de septiembre de 1955. Tampoco Tita Merello obtuvo beneficios personales por su reconocida adhesión al peronismo. En los años posteriores, ya con la televisión como medio principal de comunicación masiva, el tango fue perdiendo su protagonismo político a manos de las marchas partidarias y de los “jingles” de campaña, cerrando así un ciclo a la vez romántico y controvertido de la historia política de la Argentina.

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